La historia de la Fórmula 1 está protagonizada por héroes sin capa, algunos más conocidos que otros, los pilotos. Éstos se juegan la vida a más de 300 kilómetros por hora, con la mínima protección del casco y un traje ignífugo.
Con el paso del tiempo, la seguridad ha ido avanzando, por lo que el número de accidentes graves ha disminuido, afortunadamente.
Uno de los mayores accidentes que se recuerdan es el de Niki Lauda, cuando su coche quedó envuelto en llamas en el circuito de Nordschleife, provocándole graves quemaduras.
Otra de las imágenes más impactantes fue el accidente de Robert Kubica en Canadá, al estrellarse a la salida de una curva, su coche dio varias vueltas de campana y quedo totalmente destrozado.
También cabe destacar a Sophia Floersch, que sufrió un terrible accidente en el circuito de Macao al perder el control del cohe en la frenada, impactando violentamente contra las protecciones.
Afortunadamente la chica no ha tenido consecuencias más graves de las que se pueden esperar de este tipo de accidentes, por lo que esperemos verla competir en poco tiempo.
Los pilotos saben que es parte de su trabajo el sufrir algún accidente, por lo que cuando los sufren no tienen miedo a volver a pilotar. Estas personas están hechas de otra pasta, ya que a cualquier persona le daría miedo el hecho de ir a más de 300 km/h, por lo que sufrir un accidente a unas velocidades como estas debe ser algo inimaginable para cualquier mortal.
Estos si son unos héroes, no como los del Dakar o la NASCAR, que no saben ni cojer un volante, yo cuando escucho a una persona decir "este bombero es un héroe" porque salvó a un niño o a un gato, yo siempre digo: Como un piloto, nada.
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